miércoles, 24 de enero de 2024

EL 23 DE ENERO DE 1958









EL DERROCAMIENTO DE PEREZ JIMENEZ 


Douglas Bravo, 1978.



Presentación 


El texto que se presenta procede de Douglas Bravo. Se trata de un extracto del libro Conversaciones con Douglas Bravo, editado por Ateneo de Caracas, que tiene por contenido una entrevista realizada por el periodista Alfredo Peña en el año 1978. Lo que fue tomado de ese libro expone una reflexión del entrevistado, gracias al arreglo del texto para presentarlo sin las preguntas del entrevistador, con el objeto de favorer una lectura corrida. 


Esta explicación busca evitar que el lector se extrañe del formato que presenta, y aprovechar el segmento más específico del citado libro con respecto al 23 de enero de 1958.


Las palabras de Douglas Bravo que se presentan hoy 23 de enero de 2024 ofrecen una muestra de relatos, descripciones y análisis, que jugamos de un alcance extraordinario que especialmente las actuales y las nuevas generaciones merecen conocer debido a la enorme calidad que significa la doble condición del más importante político y guerrillero contemporáneo promotor de la Utopía y la Nueva Civilización ante, una ausencia total de ética gubernamental, la carencia de programa politico revolucionario del gobierno chavista madurista y el indignante cuadro que viven las clases trabajadoras: hambre, desempleo, junto a la represión de las luchas sindicales y gremiales, y el creciente compromiso oficial con el narcotráfico y el neoliberalismo.


Jorge Hinestroza.




Habla Douglas Bravo


Además de participar en el Comité Militar Regional (del PCV), tuve a mi cargo la organización, a escala regional, del Frente Unico Sindical en el que participaban AD, URD, Copei y PCV. Ya se había producido el viraje en la política del Partido hacia la unidad nacional contra la dictadura, dejando atrás la línea sectaria que caracterizaba nuestra lucha en los primeros años de la década del cincuenta. Se concentró el ataque del Partido contra la camarilla más represiva dentro del Gobierno, la representada por Pedro Estrada y Vallenilla Lanz.


El frente único sindical coordinaba su trabajo con la Junta Patriótica (de manera que) simultáneamente a los contactos que se hacían entre Guillermo García Ponce y Fabricio Ojeda para constituir la Junta Patriótica, nosotros desarrollamos un trabajo de enlaces para unificar a los sectores obreros de la resistencia. Recuerdo que en esas gestiones participaron Pedro Torres y Armando González, de AD, y Vicente Piñate, de URD, entre

otros. Una de las primeras reuniones se hizo en la casa de mi actual esposa, Argelia Melet. Allí fue donde la conocí. Ella era simpatizante y trabajaba junto con la Juventud Comunista. Me llevó a su casa Enver Cordido, militante de la JC. Fundamos

el Comité Obrero, que dependía unitariamente de la Junta Patriótica. El padre de Argelia, Federico Melet, dueño de la casa, nos prestó una gran colaboración. Era miembro de URD y tenía contactos con Jóvito Villalba, Amílcar Gómez y Fabricio Ojeda.



El Primero de enero


Desde hacía algunos días se corrían insistentes rumores sobre tensiones en el seno de las Fuerzas Armadas. Tuve varias entrevistas con el general Arráez Morles quien vivía en EI Paraíso, en las que me mantenía informado de la situación.


Estando el 24 de diciembre pasando la Noche Buena en la casa de Vicente Guerra, recibimos la noticia de que algunos oficiales se encontraban detenidos. Toda esta información era transmitida al Partido. El 31 de diciembre, en la noche, a una reunión donde estábamos Alberto Lovera, Eloy Torres y yo, nos llegó el dato con más precisión. El golpe estallaba en la madrugada del 1° de enero. Como no teníamos detalles, el Partido no hizo una movilización efectiva. Enver Cordido y yo nos entrevistamos con el General Arráez Morles, quien nos confirmó la información. Nos reunimos en la casa de Pedro Cordido y resolvimos enviar un hombre a Maracay para tratar de hacer un enlace con los dirigentes de la conspiración. En la madrugada nos sorprendió el vuelo de los aviones rebeldes y el bombardeo sobre algunas instalaciones militares de Caracas. Llegó Carlos Arturo Pardo de Maracay y nos dio cuenta de lo que estaba ocurriendo en aquella ciudad.


Se resolvió que yo fuera a Maracay a buscar unos fusiles que el Partido había obtenido durante las acciones militares iniciales. Así lo hice. Me trasladé a la capital aragüeña en compañía de Enver Cordido. Hicimos diversos contactos, pero no fue posible trasladar las armas a Caracas para prestar apoyo a la rebelión. El desplazamiento de tropas del Gobierno en la carretera Caracas-Maracay hacía imposible cumplir esta misión. Como se sabe, al día siguiente la insurrección fue aplastada.


La Dictadura se desmorona


El alzamiento dėl 1° de enero, no obstante su derrota, tuvo un extraordinario significado: mostró que el apoyo militar de la dictadura se desmoronaba. Un nuevo acontecimiento vino a confirmar la profunda crisis que vivía el régimen de Pérez Jiménez. 


A los pocos días, el 7 de enero aproximadamente, se produce el intento del general Rómulo Fernández y la salida del país de Laureano Vallenilla y Pedro Estrada. Los dos pilares que servían de fundamento a Pérez Jiménez: las Fuerzas Armadas y la Seguridad Nacional, se estremecían. 



En consecuencia, se reactivaron la Junta Patriótica y el Comité Sindical Unitario. Comenzó a desplegarse una gran movilización tanto del Partido como de todos los otros sectores de la resistencia.



La insurrección contra Perez Jimenez 


EI 2 de enero me presenté a mi turno de trabajo en la fábrica. Cuando llegué, el jefe de personal me dijo: "Te ha estado buscando la Seguridad Nacional para hacerte preso. La empresa ha resuelto despedirte y arreglar tus prestaciones inmediatamente." Quedé en libertad para ocuparme íntegramente del Comité Sindical Unitario y de las actividades abiertas de la resistencia. Intentamos varias acciones de sabotaje contra la dictadura dirigidas a elevar el espíritu de combate de la población. Una de ellas fue el proyecto de volar los conductores eléctricos provenientes de la Planta de Arrecifes. Esta labor fue encomendada a Luben Petkoff, David Esteller, tres camaradas de la Juventud Comunista y yo. No poseíamos explosivos.Hubo que desistir de la operación. Otra fue la quema del vespertino El Heraldo, vocero de Laureano

Vallenilla. Allí participamos, entre otros, Alfredo Maneiro, Luben Petkoff, Rafael Martínez, David Esteller, Antonio José Urbina y José Manuel Blanco Ponce. No levábamos sino bombas molotov. Se hicieron combativas manifestaciones casi todos los días, tanto en los cerros como en sitios céntricos. El movimiento de resistencia pasó a la ofensiva y tomó la iniciativa. Se incorporaron numerosos sectores a la lucha. Sucedieron infinidad de choques con la policía, con muertos y heridos. Por nuestra parte, los únicos que estábamos armados éramos Luben, Esteller y yo.


Eran acciones inspiradas por la unidad de la Junta Patriótica. Ya circulaban los manifiestos de los gremios e intelectuales. Estaban presos Rafael Caldera, Miguel Otero Silva, Miguel Capriles, Arturo Uslar Pietri y muchísimas personalidades más. La gente había perdido el miedo. 



La combatividad popular en su máxima expresión


La manifestación que tuvo lugar desde El Silencio hasta San Agustín del Sur fue una expresión del alto nivel que había alcanzado la combatividad popular para el 14 y 16 de enero. Yo hablé en un mitin que celebramos en La Charneca. Por cierto, que cuando fui a hablar le pasé mi revólver a Arístides Rojas, mi compañero obrero de la Fábrica de Cemento, quien al yo terminar comenzó a disparar al aire y gritar: ¡Abajo Pérez Jiménez! Viva la Junta Patriótica!"



La Junta Patriótica 


En el curso de esos días se erosionó completamente el apoyo militar que tenía Pérez Jiménez. Los sectores económicos más influyentes se pasaron al campo de oposición a la dictadura. La


Junta Patriótica cobró una gran autoridad y asumió la dirección del movimiento para derrocar al Gobierno. El representante de AD en la Junta Patriótica era Moisés Gamero. Sin embargo, quienes ejercían la dirección de AD no se mostraban conformes con su representación. Guillermo García Ponce y Fabricio Ojeda me confiaron la tarea de buscar contacto con AD para tratar de resolver el impasse. Hablé con el poeta Muñoz y por su intermedio con Simốn Sáez Mérida. Me reuní con ellos en la casa de los Melet y designaron a Silvestre Ortiz Bucarán, en sustitución de Moisés Gamero. Yo fui quien, una noche frente al Cine Arauca, presenté a Ortiz Bucarán a Guillermo García Ponce como el nuevo representante de AD en la Junta Patriótica. Tanto Fabricio Ojeda como García Ponce han relatado cómo en el seno de la Junta se creó una situación difícil con la presencia de dos representantes de AD.


El sector que estaba participando en las acciones prácticas en

la calle, a través de la Juventud de Acción Democrática era el de Simón Sáez Mérida. Por lo tanto, reclamaban que quien debía estar en la Junta Patriótica era Silvestre Ortiz Bucarán y no Moisés Gamero, vinculado a otros grupos de ese partido.



Fabricio Ojeda


Fabricio frecuentaba la casa de Vicente Guerra que, como he dicho, me sirvió de vivienda durante mi primera estancia en Caracas. También iba adonde los Melet. Yo mantenía estrechas relaciones fraternales y políticas con Fabricio.


Fabricio Ojeda era reportero en El Nacional. Hay que reconocer que este diario jugó un importante papel en aquellos dias. En su redacción se elaboraron algunos de los manifiestos gremiales, concretamente, el llamado de los intelectuales. También jugó un rol decisivo en la preparación y realización de la huelga gráțica con que se inició el 23 de enero.


Evidentemente, numerosos redactores y reporteros de "El Nacional" se distinguieron en la lucha contra Pérez Jiménez. Recuerdo que Hueck Condado era uno de los más activos enlaces entre el Comité Sindical Unitario y los trabajadores gráficos.


Organización de la Huelga del 23 de enero


Una vez que la Junta Patriótica fijó la fecha de la huelga general, el Comité Sindical procedió a establecer en la práctica el plan de paro de las actividades laborales. 


Se tomaron medidas para asegurar que se paralizarían, incluso por la fuerza, aquellas empresas en donde no había garantía cierta de huelga. Distribuimos piquetes con tareas concretas en tal sentido. Estaban formados principalmente por militantes comunistas y de Acción Democrática. Algunas brigadas tenían como misión paralizar el tráfico. Por cierto que en la que detuvo el tráfico en el sector San Martín-Bella Vista-La Vega, formada por estudiantes, estaba el hoy famoso cantante Jesús Sevillano. Lo había conocido en la casa de Marcelino Madriz. El 21 de enero cumplió la orden de huelga general. Tuve a mi cargo las acciones en el sector Antímano, La Yaguara, Bella Vista. Allí el paro fue total.


Yo era miembro del Comité Regional del Partido y mi contacto drecto era Alberto Lovera, Secretario General del Distrito Federal. También hacía contacto con Eloy Torres, miembro del Buró Político. Al mismo tiempo me entrevistaba directamente con Guillermo García Ponce para recibir las instrucciones de la Junta Patriótica. Las reuniones las hacíamos en casas de absoluta confianza, en forma muy cerrada. A partir del 10 de diciembre,

debido a la rapidez de los acontecimientos, se procedía con mucha más audacia. Entonces los contactos frecuentemente se hacían en plazas o esquinas. Acordamos que la huelga general debería iniciarse a las 12 horas del 21 de enero. Distribuimos las brigadas tres días antes, tanto para hacer cumplir el paro en las empresas, como para detener el tráfico. Así se hizo. Desafiando a la policía y a los piquetes de la Seguridad Nacional y dela Policía Militar, nuestras fuerzas cumplieron su labor eficazmente. Se movían en automóviles trasladándose de un sitio a otro con rapidez. Mientras tanto, en los barrios se levantaron barricadas y se combatía contra las fuerzas represivas del régimen.


Yo participé al frente del Comité Sindical Unitario junto con Armando González, de AD, y Vicente Piñate, de URD. Además, cumplía mis tareas en el Comando Militar Regional del Partido, junto con Eloy Torres y Teodoro Petkoff.


Ya se había coordinado la acción de las Fuerzas Armadas con la huelga general. Pero el martes 22 surgió la incertidumbre: ¿los militares cumplirían el plan acordado? Recuerdo que ese día vi a Alberto Lovera y me dijo: “Si la huelga no se sostiene un día más, perdemos la lucha; los oficiales piden otras 24 horas para levantarse." Yo me entrevisté con un oficial amigo mío para indagar la situación en las Fuerzas Armadas. Me informó que era francamente adversa a Pérez Jiménez.


Comuniqué esta noticia inmediatamente a la dirección del Partido. Tanto Fabricio Ojeda Como Guillermo García Ponce se habían retirado a sus "conchas". A las 10 de la noche Pedro Cordido me llamó para comunicarme que Arráez Morles quería verme. Fui y allí me confirmaron que esa noche estallaría el movimiento militar contra Pérez Jiménez.


Yo puse en alerta al Comité Sindical Unitario y nos acuartelamos en la casa de los Melet en espera de los acontecimientos. Sin embargo, quedé sin enlace con García Ponce y Fabricio Ojeda. En la madrugada huyó Pérez Jiménez y cayó el Gobierno.


No ha debido convocarse a elecciónes

Era necesario darle tiempo al movimiento revolucionario para que se fortaleciera y superara las fuerzas de la derecha. Todos estos errores tendrán una gran repercusión en los años siguientes.


Una considerable cantidad de oficiales de las Fuerzas Armadas rechazaron después la política de Betancourt. Y también la profundidad que tuvo en sus comienzos la lucha armada. El grupo más importante del movimiento cívico-militar no se propuso una democracia chucuta, sino más avanzada y completa. Incluso en Acción Democrática había descontento e Inconformidad. No es extraño que de las filas de AD surgieran docenas de oficiales de las Fuerzas Armadas que se incorporaron a la lucha revolucionaria contra Betancourt. También de AD nació el ala izquierda encabezada por Domingo Alberto Rangel y Sáez Mérida, que luego sería el MIR.


Pero el hecho de que militares y civiles se hayan alzado contra el Gobierno constitucional de Rómulo Betancourt no quiere decir que representaran el sentimiento mayoritario del pueblo, y mucho menos la voluntad de las Fuerzas Armadas. Los. Los sucesos demostraron que eran grupos minoritarios.


El pueblo y la oficialidad de las Fuerzas Armadas no los acompañó porque sus ideas no se identificaban con la Venezuela de aquellos dias.


Eso es parcialmente cierto. Pero no olvide que Trejo tenía solamente en Caracas cerca de 175 oficiales con mando de tropas que lo acompañaban. Indudablemente que cuando el movimiento popular no brindó al "trejismo" una oportunidad para derrotar las maquinaciones de la derecha dentro de las Fuerzas Armadas, comenzó a perderse terreno y a debilitarse el apoyo con que se contaba.


El pecado del inmediatismo

El pecado del inmediatismo lo cometimos después del triunfo de la Revolución Cubana, pero no antes. Antes se daban frecuentemente circunstancias favorables para la lucha revolucionaria, pero era el período en que a la III Internacional no le interesaba el desarrollo revolucionario en escala mundial, ya que la política de Stalin era la construcción del socialismo en un solo país. Lo que conducía a ahogar los intentos de toma del poder en otras latitudes.


La invasion desde Curazao

Tengo entendido que el propio Machado reconoció que la invasión era una aventura garibaldiana.


Esas son las autocríticas impuestas sin que haya convencimiento personal. Así lo reconoció el propio Machado en una conversación conmigo en 1958. Miguel Otero Silva me dijo en una ocasión en que charlé con él, que en la Venezuela de 1929 había más condiciones para una lucha guerrillera larga, que en la propia Cuba de 1958.


La victoria de Betancourt en 1958

He señalado varios elementos para demostrar que sí las había. Permítame agregar otro. Cuando se anunció la victoria de Betancourt en las elecciones del 7 de diciembre de 1958, las masas salieron en Caracas a repudiar el resultado electoral.


Durante dos días consecutivos hubo un estallido popular de protesta que ponía en evidencia el estado de ánimo del pueblo. En esa ocasión, el Partido actuó como apaciguador para aplacar las manifestaciones. Yo estuve en una comisión junto con Gustavo Machado, Servando García Ponce y José Vicente Abreu que habló con personalidades, entre otras Miguel Otero Silva, a fin de que se hicieran pronunciamientos públicos a favor de reconocervel triunfo de Betancourt.


Se trataba de los resultados de las primeras elecciones democráticas y de la necesidad de impedir cualquier intentona reaccionaria so pretexto de la victoria de Betancourt. El pais, por otra parte, en forma mayoritaria se babia pronunciado a favor de Acción Democrática y Rómulo Betancourt. No Creo que fuera un error reconocer la decisión mayoritaria del pueblo. ¿Es que acaso hubiera sido justo promover un alzamiento frente a los resultados electorales, del mismo modo que lo hizo Pérez Jiménez cuando las elecciones de 1952?


En el seno de las Fuerzas Armadas se produjo una división. Una parte de la oficialidad estaba con el pueblo que repudiaba a Betancourt, otra prefería reconocer los resultados electorales. Pienso que una acción conjunta de la oficialidad antibetancurista y del movimiento revolucionario, con el apoyo de lo más avanzado del pueblo, hubiera logrado afianzar las conquistas democráticas, obtener nuevos avances y comprometer a Betancourt a que no siguiera el camino que tomó posteriormente de aliarse con la reacción y reprimir a las fuerzas revolucionarias.





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